domingo, junio 22, 2008

Mechita

-…y justo hoy.
-¿Qué fue compare?
-Naa, el trabajo, lo ´e siempre, pero vamo al chino, vao…
-¿Qué pasa, qué miras?
- … ¿Nunca has visto el rio?
-No pe, si apesta, si hay puros fumones ahí nomas.
-Sí, fumones, y agua, y basura, cuantas bolsas, mira ahí están, míralas bien.
-Ah…
-Pero también tanta cochinada... desde que llegué a Lima, este rio desgraciado, no sé, siento que llega acá ya bien absorbido de todo allá arriba, de la puna…todos en mancha hemos cambiado. ¡Ah!, pero si yo viviendo en esa esquina todos los días, dateando pues, claro no toda la vida, pero llego de allá de Paita, y acá, que los terrucos, que no hay chamba, ya sabes pues, eso de las colas, Alan. Pero me resigné a buscar chamba, ahí encuentro esto de la combi… como era chibolo, me ponen de datero, yo ni conocía donde me habían puesto, la avenida Tacna, la primera cuadra, ahí llevaba mi banca.
Y todos los días en la misma vaina de soplar carros, cuando veo a esa vieja, ¿cómo era?: media gorda, pelo pintado, creo que era un amarillo pichi, la cosa es que vivía en la quinta esa de Doña Rosa, arriba, bien al fondo, yo iba temprano con mi banca y me sentaba casi en la puerta , y me ganaba lo que hacia, la miraba saliendo a comprar su pan en la mañana, con su bata tremenda, y ruleros en su cabeza, casi no salía, a la tienda y donde el teléfono nomás, la vaina fue cuando me di cuenta de su chamba, todos los días entraban mocosas o ya viejas, pero con su panza encima, a algunas ni se les notaba, pero con tu vista las encuentras, te acostumbras a encontrarlas, se hace fácil, además, sus caras, casi todas las desgraciadas tenían una pinta de perdidas...
-Pero, ¿qué hacía la tía?
- Espera pues, ya, entraban con la panza, y salían planas, la tía era comadrona, abortera pues, pero de esas. Chambeaba en las tardes, con un negro gordo que paraba con un polo blanco percudidazo, me daba asco cuando caminaba, un asco que recuerdo ahora; su pareja era, creo que todos las mañanas se la arrinconaba. En las noches el negro sacaba bolsas negras, que apestaban a perro, se las llevaba al fondo, subía por ese jirón, el Zela, hasta acá, al río, y tiraba toda la cojudesa de esas bolsas.
-Me lleva compadre, ¿y no viste qué era?
-Sí…pero escucha, de ahí, una vez llega esa mocosa, sus quince a lo mucho, con su panza bien hinchada, entra arriba, y no me aguanté las ganas de aguaitar, porque ya la había visto a ella, ahí, atrás del congreso, unos meses antes, esa vez que estábamos con unos patas en donde el chino, chupando unas cañas, ¿te acuerdas?, no pues, si ya hace tanto...pero ya, ya me estaba yendo, salgo y a la cuadra la veo, con su faldita, un escote por las huevas, planaza, pero bonita, bien bonita, era una putita bien mocosa y bien linda, y yo con mis tragos, me le acerco, me dice que 100 intis, yo estaba aguantadazo, así que la levanté, ahí noma en el Torrico la metí, se movía bien, y era mi paisana, del norte la chibola, compadre, se llamaba Meche, era blanquita. Esa noche no la dejé salir, por un billete más me la quedé todita la noche, y ya en la mañana se fue, me pidió para su pasaje la chiquilla, le di unos reales, y no la ví, me había gustado, pero no había pues, hasta esa vez. Igualita estaba, solo que con un jean y un polón, igual se le notaba, más todavía por lo que era flaquita, entró como a las cuatro , yo no me aguanté pues y entro también, y subo donde era la casa, el negro no estaba, y me asomo a la ventana de la tía, tenía una cortina media sucia pero se podía ver, un solo cuarto era toda su casa, la Mechita estaba hablando con la vieja, ¿qué le decía? , no sé, pero de ahí, la vieja la tomó del brazo y la llevó al catre, el único en toda el cuarto, ahí donde seguro se la gozaba el negro ese, ahí mero las hacía abortar, y la echó y le metió un pañuelo en la cara, así la hizo dormir, Mechita se dejó, bien obediente mi paisana compadre, y luego la vieja, como yo esa vez, le abrió las piernas, y...empezó...¿cómo ?, le metió un fierro, algo como pinzas grandotas, ahí pues, ¿dónde más?, y le jaló, ¡qué fuerte le jaló!, y yo con 20 años allá en el norte, pensando que era malaco, y esa vieja, ahí que era una carnicera, por mi madre que se le veía gozando de cómo jalaba, y yo pensaba que la mocosa ya estaba muerta, con tanta sangre, porque salía sangre, un montón de sangre, y caía al piso, caía y se escuchaba clarito hasta afuera, donde yo estaba compadre, y el piso ya era rojo por que ni la vieja ni el negro limpiaban; ese se arrimaba a la vieja, para eso y para sacar esas bolsas nomás estaba, la vieja también, a las justas se lavaba las manos de toda la cochinada que le quedaba; yo escuchaba la sangre y a la vieja, y no sentia nada... nada... ni me movia, no podía... y salió el feto, yo hasta pensaba que iba a chillar, pero qué pues, si estaba muerto, salió y lo envolvió con el mismo cordón, y lo metió a la bolsa, lo empaquetó bien y lo tiró a un rincón, y yo casi vomito ahí nomas , con toda la cojudesa que había visto. Ella tranquila se fue a ver tele, y dejó a Mechita ahí nomás, a que se despierte, ...cuando alguien sube a la escalera, ¡el negro pues!, me largué ahí nomás, no me vio, o me hice al loco, pero salí, y dejé ahí mi banca, mi tablero, me fui, corriendo, asustado, asqueado, corría, corria…pero… como si se me hubiera atracado los hombros con algo, de una me paro…¿no habían pasado un par de meses nomás de ese revolcón con mi Mechita?, y yo que ya me gustaba algo , no sabía que hacer, estaba cojudo, ella seguro seguía tirada, dormida, y ese feto, ¡¿no era mío?!, no podía saber, ¡no!, tantos después que yo, y ni recordaba de cómo fue esa vez, pero…
-Qué, osea, ¡¿era tuyo?!
-No, mira, no , escucha primero, escucha, yo no sabía, no quería saber si era mío, pero esa vez me sentía bien cojudo, tanto, y fue…no sé, como ser un padre, yo tan lejos de mis viejos, y sin familia… me senté en la vereda, no podía, pero comencé a lagrimear, tanto, toda la tarde, hasta la noche, levanté la cabeza y era de noche… y ahí justo el negro pasa por mi costado, me puse bien blanco, y de nuevo la vomitada, y más ganas de llorar, como si se llevará a mi hijo, estaba con una bolsa negra, y yo estaba temblando, y no podía hacer nada, el negro se fue para arriba, yo había estado moqueando en ese jirón Zela, y me puse a seguirlo, al rato veo como se asoma al puente, ahí nomás tira la bolsa, y cuando se va me asomo; no se veía nada, nada, y tuve que bajar, negro todo, y el olor que había, ya no vomitaba, ¿qué más iba a botar yo?, y buscando, encuentro la bolsa, era la más fría…no era la única, y la levanto, estaba el feto envuelto, empaquetado, ya no quise saber más, lo tiré, ¿total?, estaba muerto, si muerto es morir así, por partes, porque estaba en tres, las dos piernitas, y lo demás, no podía llorar más, y me senté ahí, en la orilla, y ya no me escuchaba llorando, pero sabía que lo hacía, y escuchaba las combis, y los carros, y yo con mi bebe abajo; me quedé dormido ahí, al lado, y me hubiera quedado ahí siempre, me daban ganas de dormir con todas las bolsas que tiraran, pero también me sentía solo, ahí abajo nadie iba, solo estaban las ratas, unos fumones y yo. Sabía bien adentro que tal vez no era mi hijo, pero nunca lo supe, ahí me quede, quería recibir todas las bolsas que cayerán…pero…a los dos días cayó una bolsa más, y fui a acomodarla entre las mias, y…¡era Mechita!, bien blanca, dura, el espanto, o no sé, solo vi su cara, era ella, y sus ojos abiertos, su boca abierta, y me gritaba, sentía que me gritaba, y yo también lo hice, le grité, hasta correr, grite corriendo, subí al puente, y seguí gritando, gritando, y Mechita... se quedó ahí, ahí descansa, yo no pude dejar de gritar, no pude hasta que ya no salía bulla, no pude…
y siempre grito, lloro compare, aunque ya hace tanto, veinte años tenía ...pero aun la recuerdo ahí en el catre de la vieja, pero más en el Torrico…yo aun le tiro sus reales para su pasaje…Ah Mechita.

1 comentario:

ando... dijo...

ah... Mechita
trae cierta nostalgia este tipo de relatos, en alguno de mis post lo resumo, sin el asombro tan explicito del protagonista, pero las mismas sensaciones sin duda...
continue asi...